Hablemos de semiótica, que ya va tocando.
En esta época nuestra, en que las fronteras entre la obra de arte y el producto de consumo se diluyen, las primeras deben, tantas veces, buscar el sustento de los patrocinadores para garantizar su mera supervivencia.
Y el mecenazgo puede adoptar infinidad de formas, más o menos sutiles: de los bloques de anuncios que interrumpen las emisiones televisivas a las menciones directas de los productos, como en Médico de Familia o El Show de Truman, o indirectas, como ha venido haciendo Cuatro, por ejemplo, en los últimos tiempos, pasando por los patrocinios de las emisiones deportivas, entre otras, presentes, incluso, en una cadena de televisión pública como La 1 que, supuestamente, está libre de publicidad.
Decía Oswald de Andrade, allá por 1928, que solo la antropofagia nos une. El fin último del rito antropofágico en las tribus meso y sudamericanas era la apropiación, tanto simbólica como corpórea, de las mejores cualidades del enemigo.
Así, el último ejemplo de emplazamiento publicitario con el que me he topado lo encontré en lo que podríamos denominar un ejercicio de metaantropofagia. Hoy se estrena en Vigo Galicia Caníbal, un musical producido por Antón Reixa, ex de Os Resentidos, inspirado en la movida viguesa de los 80.
Este es su logotipo:
Yo, no sé ustedes, pero solo de verlo me dan ganas de beber cerveza. Y es que, después de todo, y como ya cantaban en Carrusel Deportivo, quién sabe si profetizando la simbiosis, Estrella Galicia es «una cerveza de carallo».