Citicon

El tiempo y el espacio son, en el fondo, dos caras de la misma moneda. Por eso era tal vez inevitable y natural que, tras Cinestesia, José María Picón volviese su mirada hacia el espacio urbano, el mismo que parece desdibujarse en el vértigo que nos arrastra cada día y en la resignación del peatón, que, penitente, parece agachar la cerviz y anclar hoy sus pupilas a una pantalla de móvil, centro de gravedad creciente de una existencia caracterizada por la urgencia.

Donde la ciudad de nuestro siglo, marcado por la inmediatez y la ubicuidad, se convierte en una sucesión banal de lugares comunes, el artista decide detenerse y alzar los ojos hacia el horizonte para rescatar la diferencia que aún persiste en las distintas latitudes de este pequeño punto azul pálido que habitamos.

Los paisajes, reducidos a estampas sutiles en un nuevo ejercicio de armonía y precisión geométrica, hacen de Citicon un canto a la resistencia.

London Eye (Londres)

Citicon se expone en Behance. Concretamente, aquí. Y hay más información sobre José María Picón en su sitio web.

Cinestesia

Decía Johan Huizinga que todo juego significa algo. Así, para el Homo ludens el reto no es mero divertimento, sino instrumento, herramienta al servicio de la construcción de su propio universo. Porque el ser humano, es, también, faber y depictor.

El juego. La herramienta. La imagen. Todos ellos cobran verdadero sentido en la interacción entre los individuos y el entorno. Todos ellos invitan al diálogo.

El que nos propone José María Picón en su particular antología del séptimo arte es doble:

Así, el artista se sumerge en Cinestesia en distintos filmes en busca de su esencia, despojándolos, con gran inteligencia, de cuanto considera accesorio. Busca capturar, en otras tantas imágenes reducidas a su mínima expresión, sus rasgos más icónicos: kilómetros de celuloide destilados en trazos y figuras geométricas que guardan, latente, toda la potencia de la obra que los hizo posibles, y que aguardan, también, la chispa que desencadene, en un instante, una asociación. Pues el sentido está en la mente del que mira.

Tal es la segunda meta del autor, inseparable e indisoluble de la primera: sumergir con él a los espectadores para que, al contemplar su obra, seamos partícipes de ella al re-conocerla, cojugadores en un proceso de construcción y reconstrucción continua.

El juego. El arte. Ambos, en apariencia, carentes de interés material. Desprovistos de provecho alguno. Completamente inútiles.

No obstante y pese a todo, hagan juego, señores. Pues pocas cosas nos hacen tan humanos.

Die Form

La palabra, al igual que el trazo del lápiz sobre el papel, nos permite delimitar porciones del universo para que lo aprehendamos, lo procesemos, lo hagamos indeleblemente nuestro. La huella que dejan uno y otro en la memoria y el papel nos ayudan a ir tejiendo la ficción necesaria que llamamos historia.

José María Picón, que ya nos había interpelado en otras obras desde la seguridad que ofrecen la tecnología y el tacto metálico y gomoso de la cámara y el ratón del ordenador, se abandona hoy en manos del lápiz, del pincel, del plumín; herramientas, tal vez, más rudimentarias, que lo obligan, a su vez, a desnudarse y revelarse en la pureza del trazo.

Trazo que remite necesariamente a otro anterior. El del artista es ágil, vivo, casi violento. Y lo emplea para acercarse, en un universo siempre teñido en rojo y negro, al estudio de la forma femenina, que surge como por ensalmo de la infinitud del blanco circundante.

La valentía de Picón no acaba ahí: recurrir a la lengua alemana, en estos tiempos de alarmante germanofobia, para dar nombre a tu obra, es, sin duda, una muestra de audacia.

Y es que en Die Form resuenan, detrás de la tinta, los ecos expresionistas que fluyeron desde la Dresde de Mueller a la Viena de Schiele, y contribuyen a ubicarla.

Como revisión expresionista de la Pasión que nos presentó en Morbido sensu hace dos años o de su orografía femenina en DessertStorm, hace unos meses.

Como reinterpretación pop de las pinturas del KG Brücke.

Como traducción, al fin y al cabo. Un arte, que, para Benjamin, otro alemán, también era una forma.

die_formDie Form se expone en Etnika’s (Orillamar 24, A Coruña) desde el 14 de mayo hasta finales de mes.